¿HAS PERDIDO TUS DETALLES?

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Seguramente, como yo, muchas veces has viajado con la imaginación. Y quizá los viajes que más hayas disfrutado, comenzaron cuando los preparabas, cuando los organizabas, cuando en tu interior ya te estás moviendo.

En el ámbito organizacional, sucede algo parecido. Los viajes que tienen más éxito – y todo cambio es un viaje, desde el estado actual al estado deseado – son los que te cambian por dentro. Los que cambian tu mentalidad.

La empresa internacional de consultoría Mc Kinsey & Company, señala que «los ejecutivos de las empresas que se tomaron el tiempo y la molestia para abordar la mentalidad tenían cuatro veces más probabilidades de calificar sus programas de cambio como más exitosos que aquellos que no lo hicieron».

Estos días nos estamos enfrentando a un gran desafío: el de generar un modelo híbrido que se adapte a las necesidades de cada compañía. Y pienso que en este viaje,  como Julio César antaño con sus ejércitos, hemos de pasar el Rubicón y, esas dudas y vacilaciones, podrán limitarse si tenemos en cuenta los diferentes retos que supone y que deseo compartirte:

  • El cambio de mentalidad debe comenzar por los líderes. Con sus acciones no sólo serán ejemplares respecto a lo que hay que hacer, sino modelo de cómo hay que hacerlo y desde qué actitud se debe afrontar el cambio.
  • Cuando te decidas por apostar por un cambio de mentalidad, has de tener en cuenta a tu gente, no sólo los intereses de la compañía. Eso significará apostar por ellos, como personas, y mostrarles que, a nivel individual, también les será beneficioso: formará parte de una transformación que les ofrecerá crecimiento personal.
  • En algunos aspectos, el cambio de mentalidad involucra un cambio de cultura. Aprovecha para que la cultura se acomode a tu filosofía como líder y como empresa.
  • Apoya un cambio de mentalidad de manera estratégica. Ese cambio de mentalidad debe de inspirar una nueva mentalidad estratégica y, a través de ella, que podamos definir y concretar  el sentido y los criterios de cambio. Eso no sólo nos llevará a entender el por qué y para qué del cambio, sino hacer co-responsables del mismo a todo el equipo de colaboradores.
  • Por último, vendrá el desarrollo táctico: desde la alineación estratégica, qué nuevos comportamientos vamos a definir como exitosos en los diferentes escenarios a los que nos vanos a enfrentar: cuántos días y quiénes acudirán a la oficina, cómo será la comunicación y el rediseño de nuestras juntas, qué medios emplearemos para relacionarnos, cuáles serán ahora los rituales de celebración e involucramiento del equipo; cómo mantendremos a la gente conectada y vinculada con nuestro proyecto…

El viaje será un proceso largo. Un proceso que involucra incertidumbre, inseguridad y miedos. Pero es ahora el momento de tomar el tren, de gestionar todas esas emociones y el nuevo mindset de nuestra gente, y hacernos con esta oportunidad que, si dejamos pasar, nos hará más pesado el caminar en los próximos meses, quizá años. La clave de ese viaje será convertir al turista que pasa de largo, en ciudadano que se compromete con lo que ve. Como siempre, ganarte el compromiso de tu gente. ¡Te deseo mucho éxito!

PD. Te dejo un esquema de nuestro modelo de Change Management «Híbridos» por si es de tu interés.

La Gran Apuesta

Comienza el nuevo año y tanto a nivel personal, como profesional, pensamos en proyectos, metas, planes y sueños. En el ámbito empresarial, los líderes y las empresas van en busca de sus objetivos a través de diferentes cambios y procesos de mejora. Y como ya abordaron en su investigación Scott Keller y , Bill Schaninger, publicada en su libro Beyond Performance 2.0 (John Wiley & Sons, Julio 2019), aquellos líderes que se impliquen no solo en los procesos de cambio, sino en un verdadero cambio de mentalidad de sus colaboradores, serán los que definitivamente tengan más éxito. En concreto, las probabilidades de éxito de esos líderes, será hasta cuatro veces superior. ¡Merece la pena implicarse en el cambio de mentalidad!

Se trata de lo que estoy llamando, la Gran Apuesta. Una apuesta que será respuesta a la gran renuncia que se está viviendo estos días, y no será otra cosa que apostar todo lo que tenemos, y por lo más valioso: por nuestra gente. Porque para ayudar a cambiar la mentalidad de alguien se necesita eso, una verdadera apuesta. Una apuesta por observar desde la posibilidad: viendo lo que hoy no hay pero mañana sí puede ser y quiero ver; una apuesta por una nueva forma de conectar: más humana, cercana y empática.  Desde la confianza frente al miedo. Y una apuesta por ofrecer seguridad a nuestra gente frente a las circunstancias, la incertidumbre o el abandono.

Apostar significará dedicar tiempo, esfuerzo y cariño; demandará de coraje y convicción, y requerirá de nuestra mente y nuestro corazón. Se trata de entender que la apuesta es nuestra, no de otros, y que no apostamos en un juego con cartas, apostamos con nuestro compromiso, con nuestro esfuerzo y nuestra voluntad. En definitiva, se trata de una apuesta alta, pues apostamos con todo lo que tenemos: con nuestra propia persona y por otra persona.  

La hoja de ruta se describe mucho más fácil que su realización, pero que sea complicado, no significa que no se deba y pueda realizar. Por tanto:

  1. Dibuja un destino valioso: describe y comunica un proyecto que merezca la pena, que ilusione, apasione y entusiasme. Muchas veces se trata más de cómo comunicarlo que de inventar algo nuevo.
  1. Abre el marco de posibilidad: haz ver, creer y sentir a tu gente y equipos que es a ellos a quienes les merece la pena trabajar por cumplirlo. La gente se lo debe de creer pero también, como líderes, hemos de hacerlos creer en ellos mismos y en sus propias posibilidades.
  1. Encuentra y remueve aquellas limitaciones de mentalidad. Una vez dispuestos y con un propósito que merece la pena, hemos de remover aquellos paradigmas que limitan nuestros mejores esfuerzos. Para ello se necesita mucho corazón: nuestras creencias no las cambiamos con mejores argumentos, no están ahí porque sean mejores, sino porque son nuestras, así que necesitamos de la cercanía, empatía, y la conexión para facilitar el cambio.
  1. Reformula la nueva mentalidad. Encontradas las limitaciones de mentalidad y establecida esa conexión con nuestra gente, hemos de replantear nuestro mapa de elecciones para tomar protagonismo por ese tipo de mentalidad que nos llevará a la consecución de los actuales retos y nuevos éxitos.
  1. Sigue desafiando a tus colaboradores. Desde esa nueva mentalidad, el reto será una oportunidad. No pierdas ahora tú la ocasión de retar a tu gente y hacerles creer, crecer y crear nuevas metas y alcanzar nuevos horizontes.

Se trata de volver a apostar por la gente, por la confianza y por el cariño. También por la compasión y el mundo afectivo, siempre lo más efectivo. Como te decía, más fácil decirlo que hacerlo, pero te aseguro que merece la pena, ¿le entras?

Cuenta la tradición que San Bonifacio, evangelizador de Alemania en el siglo VIII, a su regreso de Roma y en la víspera de Navidad, encontró a sus fieles  cayendo en la idolatría y dispuestos a sacrificar a un niño bajo el sagrado roble de Odín. Encendido por una ira santa, tomó un hacha para cortar el roble sagrado y demostrar que no sería víctima del dios del trueno.

“¡Escuchen hijos del bosque! – gritó San Bonifacio – La sangre no fluirá esta noche, salvo la que la piedad ha dibujado del pecho de una madre. Porque esta es la noche en que nació Cristo, el hijo del Altísimo, el Salvador de la humanidad. Así es que ahora, en esta noche, ustedes empezarán a vivir. Este árbol sangriento ya nunca más oscurecerá su tierra. En el nombre de Dios, voy a destruirlo”.

Al momento, y sin que aún pudiera hundir su hacha en el tronco, una tremenda ráfaga de aire derribó el enorme árbol y, partiéndolo en pedazos, desató el temor y admiración del pueblo.

El santo – continua narrándonos la leyenda – observó un pequeño pino que milagrosamente había permanecido intacto, y quiso observar en él, la caricia y amor de Dios,  así que lo adornó con manzanas y velas, símbolo, las primeras, de las tentaciones a las que somos sometidos y, representación, las segundas, de la luz de Dios. Así, nació nuestro  árbol de Navidad.

Hoy ya todos vemos en nuestras calles ese árbol de Navidad. Quizá con una mirada distinta, más festiva y consumista, pero sigue estando ahí para preceder al Niño Dios, a la generosidad, la entrega y el sacrificio amoroso en favor de los demás. Ese es el tiempo de Navidad.

La Navidad – nos dirá Washington Irving – es la temporada para encender el fuego de la hospitalidad en el salón, y la genial llama de la caridad en el corazón”.

Los que creemos y tenemos fe, vemos en ese Niño Dios la causa de nuestra caridad y amor. Para quienes no crean, un tiempo como éste, puede ser un fantástico ofrecimiento, una invitación, para pensar más en los demás, para hacer nuestras sus preocupaciones,  para dar brillo a sus ilusiones y para transformar, en definitiva, esa hermosa causa, en acciones reales y generosas.

La Navidad, a todos, nos ofrece una historia de Amor y en las empresas hemos de seguir compartiendo ese mismo mensaje. Si hemos entendido la necesidad de explicar lo importante de nuestro valor agregado a través de la narración y el storytelling; si el liderazgo es servicio y saber transmitir nuestros valores; si estamos convencidos de que liderar con afecto y amor, es más humano y efectivo;  ¿cómo vamos a dejar pasar este momento para poner el corazón de nuestras empresas en cada uno de los nuestros y también en nuestros colaboradores?

Por eso, si la Navidad no existiera, al menos en el plano humano, tendríamos que inventarla. Más allá del regalo, la alegría de la fiesta y el regocijo del encuentro, la causa es mucho más alta: se trata de ponernos al servicio de los demás;  abrir nuestro corazón y renacer en nuestras relaciones; ser capaz de entregarnos y entregar lo mejor de nosotros a quienes queremos y nos necesitan. Lo mejor de la Navidad de antaño, es que Dios llegó a visitarnos. Lo mejor de nuestra Navidad hoy, es que podemos dar posada a esa santa visita y, del mismo modo, abrir a los demás nuestro corazón.

Mis mejores deseos en esta Navidad, para tí y toda tu familia; mi promesa para re-nacer a quien quiero ser y mi compromiso por poder ofrecerte mi mejor versión en estos días, y tomar carrerilla para también hacerlo en los venideros. Mantengamos el brillo del árbol y la Navidad. Como diría Grace Noll Crowell, “aunque se pierdan otras cosas a lo largo de los años, mantengamos la Navidad como algo brillante”. ¡Feliz Navidad!, ¡felices fiestas!, ¡feliz brillar en tu generosidad!

La Navidad agita una varita mágica sobre el mundo, y por eso, todo es más suave y más hermoso”.

Norman Vicent Peale

Líderes Vitamina

En esta pandemia se ha producido una ola de enorme cortisol, una propagación tremenda de la hormona del estrés. Y eso, generado de manera constante, provoca un agotamiento en el cuerpo y la mente a la que no estamos acostumbrados. 

Cada vez que tú y yo nos preguntábamos si sería bueno visitar o no a nuestros padres, se producía un chute de cortisol: nos tensábamos, nos preocupábamos, nuestro cuerpo se ponía en alerta pensando sobre un futuro peligro. Cada vez que nos encontrábamos con alguien en la calle y nos alejábamos para evitar posibles contagios, chute de cortisol. Y cada vez que evitábamos acudir a un reunión, entrar a un lugar lleno de gente, o nos informaban del contagio de un amigo o conocido, chute de cortisol. El cortisol ha estado muy presente y de manera constante durante esta pandemia, y quizá hemos tenido menos mecanismos para gestionarlo. Y muchos nos hemos  intoxicado.

Por eso, hoy más que nunca, necesitamos generar su opuesto, la hormona de la confianza, la oxitocina, y eso nos devolverá la fuerza y energía necesarias para seguir haciendo frente a las adversidades y dificultades. Será una dosis extra de vitaminas en nuestra vida.

Pero no estoy hablado de medicamentos o pociones mágicas, ¡estoy hablando de liderazgo! Y es que igual que hay personas y situaciones que nos provocan estrés, también hay personas que provocan energía, paz y confianza: son las personas vitamina.

Marian Rojas, nos dice que una persona vitamina:

  • Nos apoya, inspira y transite confianza.
  • Saca lo mejor de nosotros mismos
  • Ayuda a desatascarnos mental y emocionalmente 
  • Expresa una frase de ánimo en el momento oportuno
  • Quiere lo mejor de nosotros mismos, independientemente de sus intereses.
  • Comunica desde la empatía
  • Busca lo mejor en los peores momentos
  • Nos brinda sensatez y esperanza

A veces solo se trata de comprender, porque como nos dice la autora del libro Encuentra tu persona vitamina, “comprender es aliviar. El hecho de entendernos como seres humanos genera un gran alivio”. 

¿Y si el reto del líder en estos días fuera convertirse en persona vitamina para los demás? Cómo cambiaría el mundo, nuestro mundo cercano, si nosotros fuéramos esos líderes vitamina, ¿Te apuntas?

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