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marzo 22, 2023

Category: responsabilidad

No eres un gran jefe como piensas, pero lo podrías ser

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Jesus Gallego
miércoles, 23 mayo 2018 / Publicado en actitud, desafío, iniciativa, responsabilidad

Como jefe, podrías pensar que está haciendo un gran trabajo dirigiendo a tus empleados. En realidad, es posible que cometas errores comunes que causen daños dentro de la empresa que puedan requerir de algún tiempo para poder remediarlos. La buena noticia es que si se detectan temprano, se pueden abordar los factores que pueden ocasionar un daño, lo que te permitirá corregir el rumbo.

A continuación, te muestro algunas señales de que posiblemente eres la fuente de los problemas actuales en tu organización y algunas formas de volver a encarrilarte.

Dictaminar la cultura de la compañía

Según una encuesta realizada por Gallup, la cultura de la empresa es más importante que la compensación en lo que respecta a la satisfacción del empleado. Si ese es el caso, ¿no debería la gerencia participar activamente en la creación de la cultura de la empresa? Por supuesto. Sin embargo, debido a que la cultura se desarrolla a medida que la empresa crece e incluye a todas las personas que trabajan dentro de la misma, las decisiones a su alrededor deben basarse en la opinión de la mayoría de los empleados, en lugar de la minoría.

Si bien ciertos elementos de tu comportamiento pueden influir en la cultura en un grado significativo, es un error pensar que puedes dictaminar la cultura.

Solución: en lugar de tratar de dar forma a la cultura de la empresa de acuerdo con tus ideas, transfiere esa responsabilidad a los empleados y escucha sus comentarios.

Algunas otras cosas que puedes hacer para fomentar el enfoque correcto de la cultura de la empresa son:

Toma nota de la cultura actual primero

Sé un participante en las discusiones sobre la cultura local

Comunícate no solo con palabras sino con tu comportamiento

Toma de decisiones lenta

En ocasiones el entorno actual ha dado lugar al temor a tomar decisiones. Los gerentes pueden requerir de más tiempo para tomar decisiones relativamente fáciles. Cuando eso sucede, frena el flujo, frustrando a todo su equipo.

Solución: para abordar la lenta toma de decisiones, debes determinar la causa de la misma. Según una investigación de la CEB (Corporate Executive Board), demasiada información que requiere consenso, es una de las principales razones por las cuales los procesos se ralentizan en las organizaciones.

Descubre qué es lo que te está desacelerando, y mira si está justificado. De lo contrario, propón un proceso de toma de decisiones más efectivo.

Implementar demasiadas reuniones entre altos mandos.

Además de mejorar la comunicación y la colaboración, las reuniones regulares del personal ayudan a los empleados a reforzar el sentimiento de pertenencia dentro de la empresa. Los empleados generalmente confían en la gerencia cuando son transparentes sobre los asuntos de la compañía.Como dijo Hemingway, «la mejor manera de saber si puedes confiar en alguien es confiar en él». Si no crees que puedes confiar en tus empleados la información sobre el estado actual de la empresa, es probable que sospechen de ella.

Solución: gana la confianza de los empleados. Para generar confianza, debes ser lo más transparente posible con tu equipo.

Es más fácil ver cuando alguien más está cometiendo un error que darse cuenta cuando lo haces tú mismo. Brillarás como gerente si demuestra tu capacidad de dar un paso atrás y reflexionar sobre tus motivaciones y acciones antes de tomar decisiones. Los signos anteriores de una gestión deficiente y las formas de remediarlos son solo algunos de los muchos obstáculos y soluciones de gestión que puedes tener que afrontar y recurrir en la posición de líder. Pero si te lo tomas en serio, te ayudarán a convertirse en un mejor administrador.

El eslabón más débil, la fuerza de tu equipo

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Jesus Gallego
jueves, 05 abril 2018 / Publicado en actitud, compromiso, desafío, responsabilidad

“El mundo sabrá que unos hombres libres se enfrentaron a un tirano, que unos pocos, se enfrentaron a muchos. Y sabrá, antes de que acabe esta batalla, que incluso un gran rey puede sangrar”

El Rey Leónidas se enfrentaba con estas palabras a Jerjes, antes de la batalla de las Termópilas. Y, sin pensar en la muerte o la derrota, ponía su liderazgo al servicio de su pueblo y la sentencia sobre su lucha, frente al estricto tribunal de la historia.

La hazaña del héroe y sus soldados, más allá de la mitificación, nos muestra una manera de enfrentar la muerte y afrontar la vida. Desde niños, los espartanos habían sido entrenados para luchar, hacer la guerra y pelear, y ese era su destino: la lucha en el campo de batalla.

Y mientras los guerreros se despedían de sus madres y mujeres, éstas les repetían con severa firmeza: “espartano, regresa con tu escudo o sobre él”. Con tu escudo, porque habrás vuelto victorioso; sobre él, porque no cabe la huída o el abandono.

El escudo, pues, era todo un símbolo pero, sobre todo, en la pelea, el escudo de un espartano significaba protección: la salvaguarda propia y del resto de soldados. Durante la batalla podían perder el casco, o la armadura, incluso la lanza, pero si perdían el escudo y sobrevivían, serían castigados, como nos cuenta Steven Pressfield, y privados de su ciudadanía. Los otros elementos eran necesarios para el ataque o la protección personal, pero el escudo era un elemento de protección colectiva, y cuando formaban su muralla de defensa, de cada escudo dependía la vida, no solo de aquel que lo portara, sino de todos los guerreros. Cada escudo, era importante para todos.

De igual manera, en el mundo corporativo y organizacional, cuando buscamos la sinergia del trabajo colectivo, hemos de entender que la debilidad de un equipo se mide por la fuerza del eslabón más débil. Todos los que formamos un equipo somos un eslabón y por dónde sea que más fácil se rompa la cadena, así se medirá la firmeza de la misma.

Cualquiera puede ser ese eslabón. En unos momentos alguien estará más débil, con menos ganas o fuerzas, o habrá en algunos equipos alguien que aún no llegue a los resultados u objetivos, quien se rezague o no esté dando el cien por cien. Quien tiene una verdadera mentalidad ganadora y de equipo, observará esas situaciones desde la necesidad de apoyo no desde la recriminación, pues si está en nuestro equipo, es necesario, y si es necesario, hemos de brindarle la protección de nuestro escudo.

Lo que encuentro en muchas organizaciones es que en vez de proteger al que más lo necesita, se tiende a señalarlo como culpable de su ineficacia, exponiéndolo en medio del circo para, a continuación, soltar a los leones. Y se empieza a generar un vicioso círculo de desconfianza, pues la pregunta es ¿quién será el siguiente al que se exponga?

Es fácil olvidarse de que el eslabón más débil no es una persona, sino cada uno de nosotros con nuestras debilidades y áreas de oportunidad, con nuestras fallas y necesidades de mejora, con nuestra falta de éxito o posibilidades aún no aprovechadas. Visto así, todos necesitamos de los demás y todos nos necesitan, todos somos necesarios en el aporte de apoyo y en la humilde recepción de ayuda. Y siguiendo la metáfora espartana, si alguien no nos protege con su escudo, todos estamos algo más vulnerables.

Es todo un desafío mantener firme el escudo y presto para la protección de nuestros colegas y compañeros. Ya no es sólo generosidad, es ¡superviviencia!, si es que queremos hablar de equipo y de esa necesaria colaboración. Entonces, la sinergia es posible porque hemos encontrado un marco de protección y confianza y, a partir de ahí, podemos generar las estrategias de colaboración.

Quizá en la próxima junta, en la siguiente ocasión que te veas reunido con tu equipo, obsérvales, mírate con ellos y pregúntate, ¿de veras formamos una muralla de escudos y lanzas para protegernos entre nosotros? Y, al menos, que no sea por tu flanco por donde pueda entrar el enemigo y se pasee la desconfianza.

¿Cómo olvidarse del trabajo cuando no se está trabajando?

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Jesus Gallego
martes, 21 noviembre 2017 / Publicado en compromiso, iniciativa, libertad, responsabilidad

¿Cuándo fue la última vez que saliste del trabajo?

Es decir, realmente te alejaste de él: no pensaste en él, no te preocupaste, no tenías una lista de cosas por hacer en tu cerebro.

Existen muchos beneficios de olvidarnos un momento del trabajo. Es necesario tomarnos un tiempo realmente libre para recargar energía para posteriormente poder mantener la concentración al momento de trabajar. Sabemos que el tiempo alejado de problemas complejos nos permite encontrar una nueva perspectiva. Si trabajamos demasiados días seguidos, nos encontraremos haciendo lo que podríamos llamar «trabajo falso»: sentados en nuestros escritorios sin lograr resultados.

La parte difícil es que, si bien puedes estar de acuerdo con todos los beneficios de alejarse un poco del trabajo, es posible que todavía tengas problemas para hacerlo. Incluso cuando llegas a salir temprano del trabajo, llegas a casa a leer un informe o algo relacionado al trabajo. Cuando sales de viaje durante unos días, es posible que todavía estés atado a tu correo electrónico. Cuando te levantas temprano en la mañana o te quedas despierto por la noche, es posible que tu cerebro esté ordenando una larga lista de tareas. Incluso hay personas que han tenido sueños sobre los pendientes que tienen en el trabajo.

Cuando no podemos dejar el trabajo mientras no estamos en la oficina, no disfrutamos del tiempo libre. Para liberarse del trabajo y de los pensamientos o preocupaciones del mismo, puedes recurrir a una combinación de nuevos hábitos para mejorar nuestras prácticas cognitivo-conductuales, y aquí te damos algunos ejemplos:

Enfócate en tomar acciones. Muchas personas no pueden cambiar su comportamiento porque se enfocan en lo que no han hecho en lugar de enfocarse en tomar acciones. Establecer el objetivo de no pensar en el trabajo cuando no estamos trabajando por si solo no funcionará, las metas negativas como esta, donde te enfocas en acciones que ya no quieres realizar, tienden a fallar debido a que nuestro sistema de hábitos solo aprende un nuevo hábito cuando se realiza una acción, no cuando no se hace. Debemos enfocarnos en las actividades que podemos realizar en lugar de trabajar.

Por ejemplo, puede inscribirte a un gimnasio cerca de la oficina y acudir un par de veces a la semana. Leer un libro, hacer un crucigrama. O puedes decirle a tu pareja que recogerás a los niños en el colegio. O por qué no, ofrecerse como voluntario en una organización benéfica local los fines de semana. Todas estas actividades limitarán o desviarán tu mente del trabajo.

Cambia tu entorno para apoyar el nuevo comportamiento. Un fumador realmente no trata de dejar de fumar si deja una gran caja de cigarrillos a la mano. Del mismo modo, alguien que intenta establecer límites más saludables para su vida laboral no deja su teléfono y computadora encendidos todo el tiempo.

Sí, te recomiendo que apagues tus dispositivos! Una gran manera de alejar la mente del trabajo es imposibilitar un poco el hacer ese trabajo. Si tienes que volver a encender el teléfono o la PC para ver algo relacionado al trabajo, te aseguro que pensarás dos veces antes de hacerlo.

También puedes usar el entorno para ayudarte a establecer un espacio en casa que nunca usarás para trabajar. Podría ser cualquier habitación. Úsala como un lugar donde realizarás actividades no laborales, como leer, ver tv o practicar yoga. Cuanto más asocies este lugar con cosas que no impliquen trabajo, más fácil será usar esta área para alejarse de los pensamientos de trabajo.

Como parte de la creación de este nuevo entorno más saludable, puedes involucrar a otras personas para realizar actividades en conjunto lo cual será de mucha utilidad.

Aléjate del trabajo y observe cómo el barco no se hunde. Hay ocasiones en las que ni teniendo otras actividades o creando un entorno alejado al trabajo puedes dejar de pensar en el trabajo. Incluso es posible que te de ansiedad el tratar de dejar de pensar en el trabajo.

Es aquí en donde entra el autocontrol. Estudios sugieren que una buena forma de reducir la ansiedad es exponerse a la situación aterradora (en este caso el no pensar en el trabajo) y, gradualmente, aprender que la situación no es realmente amenazante.

Por ejemplo, si tu problema es que constantemente estás preocupado por perder un correo electrónico “importante”, deja una noche sin revisar tu correo electrónico y te darás cuenta que ese correo va a estar ahí por la mañana y no pasó nada si no lo leíste por la noche. Luego replica esta actividad, pero en lugar de hacerlo por una noche hazlo por un fin de semana completo y verás como tu ansiedad irá disminuyendo.

Además de eso, cuando te presentes a tus labores volverás a trabajar con más energía y mejores ideas porque te tomaste un tiempo libre.

HBR

5 Estrategias para dejar de procrastinar

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Jesus Gallego
martes, 24 octubre 2017 / Publicado en deber, obligación, progresar, responsabilidad

Lo más probable es que en este mismo momento estés posponiendo algo. Tal vez incluso estés leyendo este artículo para hacerlo.

Esto me hizo pensar: ¿por qué postergamos las cosas, a pesar de que sabemos que va en contra de nuestros mejores intereses? ¿Cómo podemos superarlo o que técnicas podemos usar para evitarlo?

Para responder a estas preguntas muchos investigadores se han dado a la tarea de realizar diversos artículos académicos , con base en ellos te dejamos algunas respuesta y técnicas que esperamos te sean de utilidad.

¿Por qué postergamos las cosas?

Una de las primeras cosas que hay que aprender es que la procrastinación es una condición humana. Alrededor del 95% de las personas admiten haber pospuesto algo en el trabajo, esto según Piers Steel, autor de el libro The Procrastination Equation.

En cuanto al fenómeno de dejar las cosas para después, es «una reacción emocional puramente visceral a algo que no queremos hacer», dice Tim Pychyl, autor de Solving the Procrastination Puzzle. Mientras más aversión encuentre en una tarea, es más probable que posponga las cosas.

En su investigación, Pychyl identifica un conjunto de siete factores que hacen que una tarea parezca más adversa. Trae a la mente algo que estás posponiendo en este momento: probablemente encontrarás que esa tarea tiene muchas, si no todas, las características que Pychyl descubrió que hacen que una tarea sea digna de procrastinación:

• Aburrida
• Frustrante
• Difícil
• Ambigua
• Desestructurada
• No es intrínsecamente gratificante (es decir, no encuentras el proceso divertido)
• Falta de significado personal

A nivel neurológico, la procrastinación no es más que el dejar de usar la lógica: es el resultado de la parte emocional de tu cerebro, tu sistema límbico, el armado fuerte de la parte razonable y racional de tu cerebro, tu córtex prefrontal. La parte lógica de tu cerebro se rinde en el momento en que eliges Facebook o ver un episodio de tu serie favorita por encima del trabajo o alguna otra responsabilidad que tienes en ese momento.
Pero existe una manera en que puedes darle la ventaja al lado lógico de tu cerebro. Cuando notes un enfrentamiento entre la lógica y la emoción, resiste ese impulso de posponer las cosas. A continuación te dejamos algunas estrategias para poder lograrlo:

Invierte los factores desencadenantes de la procrastinación: Considera cuál de los siete factores de procrastinación de Pychyl se desencadenan por una actividad que no quieres hacer. Luego trata de pensar de forma diferente sobre dicha tarea, haciendo que la idea de completarla sea más atractiva.

Por ejemplo, tienes que redactar un informe mensual en la oficina. Si te parece aburrido, puedes convertirlo en un juego: mira cuántas párrafos puedes redactar en un período de 20 minutos. O si encuentras una tarea de trabajo ambigua y desestructurada, crea un flujo de trabajo que establezca los pasos exactos que tu y tú equipo deben seguir cada mes para completarlo.

Trabaja con tus niveles de resistencia: Cuando una tarea desencadena los factores de procrastinación, nos resistimos a hacerlo. ¿Pero que tan resistentes somos?

Digamos que tienes que hacer una densa investigación para un próximo proyecto. Para encontrar tu nivel de resistencia, considera el esfuerzo que se pone en esa tarea. Por ejemplo, la investigación a realizar implica periodos largos de lectura pero pones resistencia a los largos periodos, lo que debemos hacer es acortar la cantidad de tiempo hasta que se encuentre un período en el que ya no pongas resistencia a la tarea y poco a poco ir ampliando esos periodos.

Continua cualquier tarea que habías postergado: Es más fácil continuar con una tarea ya iniciada y que fue postergada que realizar una tarea nueva. Eso es porque las tareas que inducen la postergación rara vez son tan malas como creemos. Continuar con algo obliga a una reevaluación subconsciente de ese trabajo, donde podríamos encontrar que la tarea real desencadena menos factores de procrastinación de lo que originalmente habíamos pensado.

Haz una lista de los costos de la procrastinación: Esta táctica funciona mejor cuando te das cuenta de lo que te cuesta dejar de hacer tareas muy grandes. El elaborar una lista de costos te permite darte cuenta que no solo esta afectado tu economía la procrastinación también afecta tu vida social, provoca estrés, afecta tu felicidad, e incluso tu salud, etc.

Desconéctate: Nuestros dispositivos son un mar de distracciones, ya sea el correo electrónico, las redes sociales o mensajes de texto con amigos y familiares. Posiblemente sea difícil evitar estas distracciones, pero si no las evitamos hacemos que nuestro trabajo se vuelve más ambiguo y no estructurado.

La próxima vez que pienses en dejar algo para después considera que factor es el que esta haciendo que quieras postergar las cosas y toma en cuenta las estrategias anteriormente mencionadas para poder superar la procrastinación.

Fuente Harvard Business Review

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